martes, 5 de julio de 2011

Producción de narraciones

Después de la lectura e interpretación del cuento "Emma Zunz", de Jorge Luis Borges, los alumnos debían redactar, a modo de reescritura o continuación, un relato policial con los mismos protagonistas, pero que tuviera como punto de partida el crimen del señor Lowenthal, donde interviniera desde el inicio un personaje nuevo, el investigador, y Emma, la asesina fuera descubierta.

Todos se esmeraron en sus redacciones, pero por razones de tiempo por ahora se transcriben las siguientes. A través de esta práctica, fueron mejorando su escritura y algunos demostraron tener verdadero talento para producir.


1. De Danel Aranoa:

Sonó el teléfono y la noticia que recibí fue abrumadora, oía la voz de una mujer joven, triste, desolada. El mensaje fue el siguiente: "Ha ocurrido una cosa que es increíble... El señor Aaron Lowenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga... abusó de mí, lo maté...".
Nadie lo pudo creer, no por el señor Lowenthal, sino por la asesina: Emma Zunz. Siempre fue una mujer de perfil bajo y pacífica, en apariencia incapaz de dañar a nadie.
Inmediatamente, me dirigí a la fábrica. Al llegar, ese maldito perro, aún atado, me dio un susto de muerte. Las cinco patrullas seguían ahí y la ambulancia albergaba a Emma; me miró fija y fríamente, dudé.
Ya arriba, la escena era algo impactante, el rigor mortis se había apoderado del cadáver. Inspeccioné todo al máximo; el panorama parecía claro, pero una duda me cruzó por la cabeza: el señor Lowenthal era un hombre desagradable, antipático, avaro y despreciable, pero tenía códigos muy fuertes, amba más al dinero que a las mujeres. ¿Podría haberla violado? No lo creo.
Una hora más tarde, ya en mi oficina, revisé el expediente. Efectivamente, Emma había sido penetrada aquel día, aparentemente contra su voluntad, debido a las lesiones vaginales que presentaba. También el señor Aaron la había citado a esa hora. No obstante, ni el cuerpo sin vida ni ella presentaban señales de lucha o defensa por parte de la joven, muy extraño.
Pasé la noche entera revisando el expediente y los antecedentes de Lowenthal, nada. Estaba limpi, ni deudas, ni peleas ni estafas. Tan sólo un pequeño pleito con un tal Manuel Maier, quien había sido encarcelado y había muerto hacía poco: lo investigué.
Tocaban ya las diez de la mañana, llevaba más de veinticinco horas sin dormir, pero había dado en el clavo. Manuel Maier era el padre de Emma, quien terminó en la cárcel por culpa de Lowenthal y allí se suicidó; era el móvil del crimen.
Llamé al comisario al celular, se lo expliqué todo y trajimos a Emma a la comisaría. La interrogamos, la presionamos pero, al mencionar a su padre, su débil carácter se desmoronó y confesó.
La pena a la que se la condenó fue de treinta años de prisión.




2. Nelson Di Giovanni:
Días después del atroz episodio, Emma se refugió en la casa de las hermanas Kronfuss; la huelga había terminado debido al fallecimiento del señor Lowenthal, ya que él era máximo opositor a los reclamos del personal de la fábrica.
Y la siguiente semana se inició la investigación, la llevaba a cabo el capitán Daniel Aroa. Era un famoso investigador español, lo conocían por ser especialista en investigar, sobre todo, ultrajes a mujeres jóvenes.
Las pericias que realizó el capitán comprobaron que la señorita Zunz realmente había sido violada, pero había cosas que al gallego no le daban motivos para concluir con el caso. El detective pensaba: "¿Por qué Lowenthal quiso escuchar las palabras de la muchacha?". Sabía que ésta no era partidaria de ciertas peticiones que exigían los manifestantes, le parecía extremadamente curioso el estado nervioso de ella, cuando se le preguntaba pr sus padres y dónde había estado horas antes del incidente.
El español interrogó varias veces a Emma; ella, cada vez que le preguntaban por su padre en especial, reaccionaba inadecuadamente hacia el interrogador. La forma en que se contradecía y los ataques de pánico que se observaron en la mujer eran demasiado extraños; cada vez resultaba más sospechosa.
Un día llegó a la casa de Emma un hombre de acento portugués y preguntó por la hija del señor Maier. Al detective le resultó muy intrigante la descripción que de ambos daba el hombre, se parecía a los rasgos físicos de Emma; así que le hicieron unas preguntas a él. Y la información que les brindó fue que el señor Maier era el papá de Emma y que éste desempeñaba un trabajo en la fábrica.
Con esa información el inspector comenzó un nuevo interrogatorio, con el que determinó realmente cómo fue el crimen. Iniciando la sesión de preguntas, al investigador Daniel se le ocurrió preguntarle qué labor realizaba su padre en la fábrica y por qué se mudó a Brasil.
En ese mismo momento, a Emma se le transformó la cara, se puso pálida como si hubiera visto un fantasma y, sin titubear, salió corriendo de la comisaría. Huyó tan rápido que ningún oficial llegó a detenerla, se escabulló en un mar de personas y desapareció.
Durante semanas, nadie supo de ella, ni siquiera las hermanas Kronfuss, hasta que un lunes por la tarde apareció en la jefatura de policía para entregarse. La recibió el capitán Daniel Aroa, ella pidió solamente que no la esposaran, que no se iba a resistir. El detective la escoltó hacia su oficina y, una vez ahí, ella comenzó con su declaración. Dijo todo lo sucedido, cómo llevó a cabo su plan, qué hacía su padre en la empresa. Justo antes de que Emma terminara su confesión, al detective lo llamó su superior, y salió al instante. Cuando regresó, Zunz lo estaba esperando con un revólver. Emma, sin dudar, disparó a quemarropa y acabó con la vida de Daniel. Un segundo más tarde, se escuchó otro disparo, la señorita Zunz acababa de quitarse la vida.

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